Viaje al norte de Noruega. Séptima parte: la reserva natural de Stappan

De nuevo volvemos a la isla Magerøya, aunque esta vez no íbamos a pasar ni por Honningsvåg ni por el reclamo turístico del Nordkapp.

Nuestro destino era Gjesvær, pequeña localidad de casi 150 habitantes ubicada al oeste de la isla,

donde íbamos a embarcarnos en una corta travesía para llegar a  Gjesværstappan, reserva natural desde 1983, que incluye las islas Storstappen (la mayor), Kirkestappen y Bukkstappen, con una superficie terrestre total de 1,7 kilómetros cuadrados, a los que hay que añadir otros 5,5 kilómetros cuadrados del mar circundante. Desde la parte alta de Gjesvær las islas están casi a tiro de piedra. Estamos a 71 grados 8 minutos de latitud norte y 25 grados 21 minutos de longitud este.

Hay dos empresas en el pueblo que ofrecen la travesía a las islas: una grande, que tiene un barco en el que caben 50 personas, y otra, Barents, con una pequeña embarcación para 6 personas. Nos acercamos primero a echar un ojo a la pequeña y, desde la primera frase que cruzamos con su dueño (Bjørn: oso en los idiomas nórdicos), nos caímos bien inmediatamente y quedamos en salir en media hora, tiempo que aprovechamos para comernos un bocadillo y cotillear un poco por el pequeño puerto.

A la hora acordada, zarpamos nosotros dos, una pareja creo recordar que de polacos, y la enorme humanidad del capitán.

Los optimistas dicen que la reserva alberga casi tres millones de individuos de unas cuantas especies de aves. No tengo ni idea de lo acertado de la cifra pero, a medida que nos acercamos, el mar y el aire se llenan de aves.

En los primeros momentos, las especies más abundantes son las alcas comunes (Alca torda)

y los frailecillos (Fratercula arctica),

que suelen formar grupos mixtos,

y algo menos los araos comunes (Uria aalge).

En un momento dado, parece que las aves nos enseñaran el mejor camino para acercarnos a las islas,

como nos explica Bjørn que le contaba su padre -pescador- cuando él era pequeño: en una época en la que la orientación de los pequeños barcos pesqueros que faenaban cerca del litoral se fiaba a la observación directa de la costa, si la niebla les sorprendía, la mejor táctica para volver a puerto era siempre seguir a las aves marinas de regreso a sus islas después de alimentarse en el mar; de esa manera habrían salvado algunas vidas, ganándose el respeto de los pescadores.

Primero nos acercamos a unos roquedos en los que toman el sol varios grupos de cormoranes moñudos (Phalacrocorax aristotelis),

y a continuación bordeamos la colonia de alcatraces comunes (Morus bassanus): según cuentan las crónicas, la primera pareja se estableció aquí en los años 80; hoy, hay algo más de una pareja.

Es llamativa la presencia en casi todos los nidos de restos de redes de color verde que, evidentemente, llaman la atención a estas aves aunque es más que probable que ocasionen algún problema a los pollos.

Continuamos nuestro recorrido bajo el continuo trasiego de alcatraces volando sobre nosotros,

y al girar para recorrer la costa norte, nos damos cuenta del tamaño de la colonia principal.

Hay grandes paredones verticales en los que, sobre todo las alcas, anidan en grietas y repisas protegidas.

Y también empezamos a ver pigargos europeos (Haliaeetus albicilla), esas enormes águilas marinas que tienen a todo lo largo de la costa noruega la mayor población del continente.

En un momento dado, hay 7 de ellas en nuestro campo de visión (aunque en la foto sólo hay 6).

Por fin, llegamos a la colonia de gaviotas tridáctilas (Rissa tridactyla), establecida en una profunda grieta y sus alrededores.

Hay quien dice que esta es la especie de gaviota más bonita y, desde luego, son unas aves preciosas que posan muy bien.

Justo antes de poner rumbo a puerto, avistamos la última foca común (Phoca vitulina): no han sido demasiadas observaciones ni demasiado prolongadas, pero siempre es agradable verlas.

De vuelta, cada uno va absorto en sus propios pensamientos,

lo que no impide que, después de atracar, le haga algunas fotos al bueno de Bjørn (que ya le envié hace unos meses: ese «departamento» no lo llevo tan atrasado como la actualización del blog).

De nuevo en el coche, volvemos a cruzar Magerøya y sus paisajes árticos,

y un reno solitario (Rangifer tarandus)  nos despide hasta que ¿quién sabe? volvamos a esta isla.

3 Respuestas a “Viaje al norte de Noruega. Séptima parte: la reserva natural de Stappan

  1. ohhhh! Por fin los puffins!! 🙂 y qué tiernas ESTAS gaviotas!
    un beso y fantásticas como siempre, valió la pena la semi espera (semi, porque ya vi este verano un anticipo) para ver frailecillos, ahora sólo me falta que sea en directo! Lástima que me pillen tan lejos.

  2. Preciosas las fotos!!!. Al natural debe de ser impresionante. Llevaba tiempo sin visitar el bloc y como otras veces, me quedo con un buen sabor de boca.
    ¡Enhorabuena Paco!.

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