De noche, en el jardín (Mellen lyset og mørket*)

Cada noche, antes de acostarme y cuando ya todo el mundo se ha ido a la cama, salgo un rato al jardín.

Nada más salir me quedo quieto y aguzo el oído, ya que el principal objetivo de esas salidas es reconocer a nuestros vecinos nocturnos. En una buena noche, los primeros en hacerse notar son los cárabos (Strix aluco), ululando habitualmente un par de ellos, uno hacia el río, seguramente en el monte que hay al otro lado del agua, y otro hacia la carretera, por detrás de las casas cercanas. Siempre me ha parecido que su voz tiene un aire más melancólico que misterioso, y me encanta escucharla.

A continuación llega el sonido primaveral del chotacabras europeo (Caprimulgus europaeus), mucho más parecido a un insecto —o incluso a un motor o a un juguete mecánico— que a un ave, aunque casi todo en este pariente de nuestros queridos vencejos es bastante extraordinario.

La tercera voz que me alegra las noches, y no por su dulzura precisamente, es la de la lechuza (Tyto alba), que debe anidar en alguna de las casas cercanas que están medio abandonadas. Dado su lamentable estado de conservación en muchas zonas de la Península Ibérica, es un lujo tenerla en el barrio.

Llega el momento de ir a buscar jabalíes desde la cerca de separación de la finca colindante ya que, al otro lado de ella, en el campo abandonado de manzanos que hay quince metros más allá, se los suele oír y ver comiendo las manzanas caídas en el suelo. También se los ve a veces desde la puerta de entrada al jardín, cuando cruzan la carretera bajando del monte para entrar a la finca de los manzanos; en ese caso, alguno hasta se enfada, gruñe y se da la vuelta si le enfoco con la linterna.

Y es que en cuanto empiezo a andar por el jardín de noche, es imprescindible ir mirando al suelo con la linterna encendida si no se quiere preparar una auténtica escabechina de moluscos: babosas leopardo (Limax maximus), 

babosas comunes (Arion ater)

y caracoles comunes (Helix aspersa), se han adueñado del jardín.

Aunque las fotos hechas con la luz de la linterna, tan concentrada, tienen un aire enigmático, bastante real por otra parte, solo al utilizar el flash se aprecia la auténtica dimensión del tráfico nocturno.

La parte terrestre del paseo entre la luz y la oscuridad termina disfrutando de unas flores que, aunque cultivadas, no dejan de ser hermosas.

Es hora de mirar al cielo y recordarme de nuevo que tengo que aprender a reconocer al menos las estrellas y constelaciones más básicas ya que, de momento, no paso de la Osa Mayor, la Osa Menor con la estrella Polar, y Casiopea, esas cinco estrellas formando una W no del todo regular, también hacia el norte. Y hay que aprovechar la poca contaminación lumínica que hay aquí, limitada a una línea de farolas en la carretera.

Escucho los grillos, los cencerros de la docena de ovejas de la finca de abajo y unos cuantos perros lejanos, incluyendo el de dos casas hacia el este que tiene un inconfundible ladrido corto y afónico, y con un último ululato del cárabo y una última mirada a Casiopea entro a casa.  

* Mellen lyset og mørket, que se podría traducir del danés como «Entre la luz y la oscuridad», es el título del precioso libro de la fotógrafa danesa Kirsten Klein, que me regaló mi amiga Mette hace unos años.

 

12 Respuestas a “De noche, en el jardín (Mellen lyset og mørket*)

  1. Buen paraíso te has buscado amigo.
    Te da mucho más juego que el piso de Segovia!.
    Me alegro por tí y por los nuevos descubrimientos que nos compartas.

    • Jajaja, sobre todo es diferente, y ya sabes que la diversidad es calidad de vida.

  2. Esas horas son estupendas para escuchar y mirar la naturaleza que nos rodea, si bien hay que quererlo saber hacerlo, Y lo haces estupendamente. Me alegro de que dsfrutes tanto de ese rato

    • Gracias Javier. Efectivamente, esas horas de «cese de actividad» humana están llenas de momentos estupendos a los que es posible asomarse.

  3. Hola Paco! Aunque con bastante retraso, leo tu nueva entrada que, dicho sea de paso, echaba de menos. No pensaba que habían pasado ya los casi 8 meses… el tiempo pasa, nos vamos volviendo «viejos»… pero sigues «reflejando» muy bien lo que ves y escuchas.
    También me ha valido para saber que habéis huido del piso de Segovia que tanto juego daba por su situación estratégica y limítrofe ciudad-campo. Pero si ahora tienes jardín y todo lo que describes tan cerca no te aburres, no.
    A ver si coincidimos. Un abrazo

    • Hola Jorge ¡mi respuesta sí que va con retraso!
      Gracias por tu comentario y, más que huir de Segovia, la alternamos con una casita en Galicia, lejos del calor y muy cerca del Atlántico.
      Y sí, a ver si nos vemos. Un abrazo.

  4. Gracias por volver a compartir. Has hecho q recuerde el olor, el silencio y la oscuridad de la noche en el campo, algo q hace mucho q no experimento, y q espero hacerlo en breve. Un abrazo

    • Hola Mercedes, he tardado tanto en responderte que a lo mejor ya estás disfrutando de todas esas sensaciones camperas que echabas de menos. Espero que sí.
      Un abrazo y cuídate.

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